Una fachada de inteligencia artificial ocultaba el esfuerzo humano. La revelación de una start-up que afirmaba ofrecer una solución innovadora a través de una inteligencia artificial plantea cuestiones éticas y legales. La manipulación de los inversores y la valoración desmesurada de una empresa, sostenida por trabajadores humanos en lugar de un código autónomo, revelan los importantes desafíos de la integridad en el sector tecnológico. Una estafa a gran escala puesta al descubierto. Este escándalo demuestra que los cimientos de la confianza en la tecnología pueden ser frágiles.
La revelación impactante de una start-up tecnológica
Builder.ai, una start-up londinense, se ha visto recientemente en el centro de un escándalo que reveló que su inteligencia artificial, llamada Natasha, se basaba en realidad en el trabajo de 700 humanos. Estos individuos, en su mayoría trabajadores indios, fueron contratados para codificar manualmente cada línea, recibiendo una remuneración de entre 8 y 15 dólares por hora. Así, el funcionamiento de esta supuesta IA requería un verdadero esfuerzo humano, en oposición a la idea de una máquina autónoma capaz de programar.
Una ilusión compleja de inteligencia artificial
La promesa de Builder.ai era seductora: hacer que el desarrollo de aplicaciones fuera tan simple como pedir una pizza. Esto atrajo inversiones considerables de grandes empresas, incluyendo Microsoft y los inversores de Catar. La start-up experimentó una valoración vertiginosa, alcanzando 1.5 mil millones de dólares, lo que la calificó como «unicorno» en el ámbito de las start-ups.
Un modelo de negocio engañoso
Los problemas se intensificaron en 2025 cuando Builder.ai se vio obligada a reconocer que sus proyecciones de ventas eran ampliamente surrealistas. Uno de sus principales acreedores decidió bloquear 37 millones de dólares en activos, provocando una cadena de eventos que llevó a la quiebra de la empresa. La aparente solidez de su modelo de negocio resultó ser un poderoso espejismo.
La infiltración de trabajadores humanos
La gran revelación ocurrió el 31 de mayo, cuando investigaciones expusieron que Natasha, la inteligencia artificial presentada como innovadora, sólo funcionaba con un soporte humano intensivo. Los ingenieros utilizaron su experiencia para producir código, mientras que la start-up alardeaba de una tecnología capaz de generar estos códigos automáticamente. Una estafa que arroja una sombra sobre el supuesto progreso de la inteligencia artificial.
Consecuencias sobre la percepción de la IA
Esta situación plantea interrogantes sobre la confianza otorgada a los sistemas de inteligencia artificial. Los usuarios y los inversores ahora se ven obligados a cuestionar las verdaderas capacidades y límites de las tecnologías emergentes. ¿Se cumplen realmente las promesas o esconden un uso abusivo de la mano de obra humana a expensas de los avances tecnológicos?
Des efectos en el ecosistema tecnológico
La caída de Builder.ai podría tener repercusiones dentro del ecosistema de start-ups. Los inversores podrían volverse más desconfiados hacia empresas que presentan promesas de automatización no verificadas. Este escándalo marca un momento macabro, llamando a cada actor a revisar su enfoque del desarrollo tecnológico y cuestionar los fundamentos mismos de la innovación.
El papel de las grandes empresas
Microsoft, uno de los principales inversores, y Catar, cuyo apoyo financiero ha sido crucial, también se encuentran avergonzados por esta situación. Estas entidades deben ahora evaluar la rigurosidad de sus procesos de verificación al invertir en el ámbito tecnológico. Las consecuencias de este asunto podrían llevarles a revisar sus estrategias de evaluación de start-ups.
Preguntas frecuentes
¿Qué es Builder.ai y cuál era su objetivo inicial?
Builder.ai era una start-up londinense fundada en 2016, prometiendo simplificar el desarrollo de aplicaciones utilizando una inteligencia artificial llamada Natasha, supuestamente capaz de codificar automáticamente.
¿Cómo logró Builder.ai atraer a inversores como Microsoft y Catar?
La promesa de una solución innovadora y accesible convenció a muchos inversores, presentando un modelo de negocio atractivo basado en proyecciones de crecimiento elevadas.
¿Por qué la empresa se declaró en quiebra en 2025?
Builder.ai fue sobrevalorada debido a proyecciones de ventas irreales y a unos ingresos artificialmente inflados, lo que llevó a un acreedor a bloquear 37 millones de dólares en activos y provocó la quiebra de la empresa.
¿Cómo se alimentó realmente la inteligencia artificial de Builder.ai de mano de obra humana?
Detrás de la IA Natasha, 700 trabajadores indios redactaban el código a mano, mientras que sus contribuciones se presentaban como generadas por una inteligencia artificial automatizada.
¿Cuál era el salario de los trabajadores involucrados en la generación del código para Builder.ai?
Los trabajadores indios eran remunerados entre 8 y 15 dólares por hora por su contribución a la redacción del código, lejos de las tarifas normalmente asociadas con la IA.
¿Qué impacto tuvo esta revelación en la credibilidad de las start-ups tecnológicas?
Esta situación ha puesto de manifiesto los riesgos de sobrevaloración y desinformación en el sector de las start-ups, impactando potencialmente la confianza de los inversores en tecnologías supuestamente innovadoras.
¿La situación de Builder.ai es única o refleja prácticas comunes en la industria?
Aunque cada caso es único, este tipo de prácticas de manipulación de información y sobrevaloración no son raras en el sector de las start-ups, planteando cuestiones éticas y prácticas sobre la transparencia.
¿Qué lecciones se pueden aprender del caso de Builder.ai en relación con la inteligencia artificial?
Este caso subraya la importancia de la transparencia en las alegaciones tecnológicas y la necesidad de una debida diligencia por parte de los inversores para evitar estafas y engaños en el ámbito de la IA.
